viernes, 11 de enero de 2013

Post para ellas, pero igual presten atención señores

Info que puede serles útil amiguitos/as, para ustedes para identificarlas y para ellas para evitar caer en estas actitudes. La verdad si echan a perder las relaciones, lo cabrón es cuando adoptan varias de estas actitudes, creanme, Fucktri sabe:

La segunda madre.
Mujer, olvídalo. Es mejor resignarse y conformarse en ser la primera amante, amada y adorada, pero jamás llegarás a ser una segunda o “ultima” madre para él. No se molesten en tratar de tomar el lugar de la madre. El complejo de Edipo si existe, pero es mejor esperar a que toque el turno de cambiar pañales y soportar llantos en la madrugada. Madre sólo hay una.
La intensa.
Esta es la típica versión pegajosa, la “mujer chicle”, que llama cada hora para preguntar idioteces, quiere saber todos los movimientos y quiere, a toda costa, estar con él todo el tiempo. Es tan aburrida que no falta en el departamento del hombre todos los sábados, domingos y días festivos, para tomar desayuno juntos y luego también ver la telenovela juntos. Además, es almibarada, quiere dormir abrazada las ocho horas (pobre brazo), quiere caricias todo el tiempo, habla como bebé y espera “besitos” cada cinco minutos. Arghhh…
La Maestra.
No hay nada peor que una mujer con los labios sueltos, que decide reclamar a cada hora en tono agudo, alto y contralto, en el carro, en la mesa, en la calle, en la cola del cine, por teléfono e incluso en el baño. Dejen los sermones para la mamá.
La espía.
Si hay algo que irrita a muchos hombres es tener a alguien hurgando en su vida. Con tacto y con el tiempo necesario el hombre termina por contar todo sin estrés, y a veces hasta habla cosas que no debe. Pero la curiosidad acabará matando al gato que insiste en buscar pistas del pasado y secretos en el clóset, móvil y billetera mientras él se baña. Sólo terminará haciéndose daño y acumulando ira al encontrar fotos de ex novias y quién sabe en qué situaciones.
La rival.
Damas, entre un hombre y su mejor amiga hay más fidelidad que con su amigo del alma. Los celos por esa amiga solo atraen rivalidades e incluso se convierten en objetos de burla. Tampoco es necesario tratarla con besos y prestarle las tangas, pero se tiene que vivir con el hecho de que esa mujer goza de  fraternales derechos adquiridos.
La desesperada.
Nada más evidente que el deseo de conseguir un novio y, peor aún, casarse. Esto requiere movimientos de inteligencia y astucia, pero para estas chicas todo se reduce a aparecer en una reunión con los padres para reunirse con él, hablar de la boda, luna de miel y llorar cuando ven a un bebé. Tenga en cuenta que el hombre de hoy, cuando quiere, es el primero en recordarle que está viviendo una relación seria.
La avara.
La caballerosidad es una cualidad que todos amamos, pero no exageren. Así como reclaman por sus derechos, no se hagan las princesas para no meter la mano en el bolsillo. Una de las buenas cosas traídas por la igualdad de género es exactamente la “igualdad”.
El síndrome de Excel.
Algo que prende los motores de un hombre son las mujeres que planean todo en una tabla de Excel. Olvídate de crear dietas, rutinas fitness, sesión de spa o visitar a mamá, y ​​las reuniones de ex alumnos… de ella. Hay algunas que incluso programan las actividades más simples de su vida y sienten que su agenda está muy vacía.
La extrovertida.
También conocida como sonajera, habla mucho, es querida por todos, un abrazo, un beso y cuando beben se transforman. De alma de la fiesta pueden pasar a la pesadilla, y cada vez que salen se aseguran de llamar la atención para hacer un verdadero espectáculo en frente de todos. Lógico que luego se arrepienten y vuelven al día siguiente a ser lo más amable que conocemos.
La anti-social.
Esta mujer tiene dos características: cuando están juntos es un sueño de persona: se ríe, cuenta chistes, se tira pedos, muestra un estado de ánimo increíble, pero cuando su novio llega a un acontecimiento social nunca se integra, se la pasa pegada al celular y no habla ni una palabra. De vez en cuando murmura algo para asegurarse de que sus amigos no pongan en duda su inteligencia.
La amiguera.
No hay lugar al que va, con su no vio o sin él, al que no lleve una hermana, prima o amiga, que en general le coquetea al novio cuando la susodicha no está prestando atención. La conversación gira en torno a una serie de estupideces que ellas consideran importantes y en las cuales la opinión del novio no importa. Para completar, estas agradables personas nunca tienen un centavo, y adivinen quien termina pagando la cuenta.
La celosa.
Es cierto que la cultura machista torna a algunas mujeres bastante inseguras, pero cuando la sospecha pasa a tener curvas estas mujeres sospechan hasta del chocolate Abuelita, una cosa fea.
Las descuidadas.
La moda, en general, es una mierda que pasa desapercibida para la mayoría de los hombres, pero no por eso el sujeto dejara de sufrir por la chica que insiste en usar un par de chanclas viejas, una camiseta de campaña electoral y unos pants tan aguados como calzones de cholos, parece que sufrieran el síndrome del Neandertal con pelos el lugares donde no deberían existir.
Las vanidosas.
Estas chicas son el otro extremo de la anterior: están siempre bien vestidas, incluso a las 3 am. Huele a jabón y pasta de dientes, con una sonrisa digna de publicidad. Van al gimnasio todos los días durante tres horas, tienen un cuerpo de ensueño, pero se la viven quejándose de como se ven. Prestan más atención a la belleza estética de la relación. En general, tienen la costumbre de ir al baño a pesarse cada vez que comen algo.
Las decoradoras.
Algunas presumen ser decoradoras y dos semanas después de conocer al hombre quieren cambiarle todo el apartamento. Cree que la casa de los suegros es triste y da consejos sobre lo que debe hacerse para mejorarla. Sueñan con un fregadero limpio y exige a su enamorado que solo utilice prendas de marca. Si dejamos a una mujer como esta en casa por la mañana, por la tarde, al regresar del trabajo, ninguna cosa estará en su lugar original.
Las intelectuales.
Si el amor busca inteligencia, nada mejor que una mujer intelectual que analiza hasta el polvo encima de la televisión. Pero la cosa no acaba ahí, también se ocupa de criticar incluso su colección de revistas de mujeres desnudas.
La angustiada.
Mujeres, entiendan de una vez por todas que es aburrido, a los hombres no les gusta discutir sobre el amor, relación matrimonial o por los conflictos durante tres, cuatro, cinco horas o todo un sábado.  Recuerden que el hombre, aunque ame como un loco, es más práctico y nunca lo dice cara a cara, reflexiona y jura amor eterno. Ese abrazo al final de una discusión bizantina no es de satisfacción, es puro teatro.
La muchos huevos.
Si quieres perder a tú novio en menos de tres días, dile que no sabes y que no te importa aprender a cocinar, ni tener hijos y que deseas realizarte profesionalmente primero. Ningún hombre actual quiere a un ama pasada de moda, esas descuidadas que a duras penas abren la nevera y meten los zapatos a la lavadora corren un serio riesgo de  no disfrutar las mieles del hogar. Y no se trata de machismo sino de igualdad, ya que la mayoría de los hombres encontramos, inclusive, placer en realizar esas actividades.
La auto-suficiente.
Es verdad, las mujeres pueden hacer de todo sin mirar, e incluso mejor que el hombre. Pero ese orgullo, esa actitud de sabelotodo es algo que no precisa nadie y para el género masculino, no solo los sorprende, sino que lo enerva. Está bien, son exitosas, pero repiten y recalcan tanto que sólo necesitan nuestro semen para un hijo, que olvidan a quien llaman cuando van al mecánico.
Las Santitas.
En esta categoría vienen las moralistas hipócritas que pretenden virginidad. Niñas, eso de apagar la luz, hacer cara de asco y hacerse las santas después de cierto tiempo no es convincente ni agradable, de verdad no lo es.

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